Es una manera fácil de comer sardinas asadas dentro de casa si no tienes patio o una gran terraza donde poder asarlas. De esta manera evitas que se impregne toda la casa con el fuerte olor que dejan las sardinas al asarse. A mí es uno de los platos que más me recuerdan al verano, la playa...
Lo primero será tener unas buenas sardinas de ración, si son grandecitas salen más ricas. Podemos descongelarlas para prepararlas si ya las teníamos compradas, o usarlas frescas si las acabamos de comprar.
Para comenzar tendremos una fuente de horno, o si se prefiere directamente en una bandeja de horno, sobre la que esparciremos un poco de sal.
Después iremos colocando las sardinas limpias, sin cabeza, ni tripas, ni espinas, boca arriba sobre la cama de sal. La parte de la piel quedará hacia abajo, tocando con la sal. Por encima le echaremos un par de dientes de ajos partidos en tres partes, y un poco de perejil recién picado. En el caso de no tener perejil natural, se puede espolvorear perejil de bote.
Pondremos un chorrito de aceite por encima, sin llegar a cubrirlas porque sino se cocerían. Y por último espolvorearemos con un poco de pan rallado por encima las sardinas, y colocaremos rodajas de limón salteadas por la bandeja.
Con el horno precalentado a 180º, meteremos las sardinas a asar entre 8 - 10 minutos para que no se sequen, y queden jugosas y listas para tomar.
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